Hoy en la Historia - Llega a Lima Andrés Hurtado de Mendoza, II Marqués de Cañete y Tercer Virrey del Perú
29 de Junio de 1556
Miembro de la alta nobleza castellana nacido en Granada, ostentó el
título de marqués de Cañete. Desarrolló una importante carrera militar,
participando en la guerra de Granada, y acompañó a Carlos V a Alemania y
Flandes.
Su primer contacto con el mundo americano fue en Panamá donde debió tomar medidas contra las partidas de esclavos negros rebeldes de la isla, fugados a la selva.
Nombrado virrey del Perú (1556-1561), llegó a Lima el 29 de junio de 1556. Allí impuso su mano dura, restaurando el orden y la disciplina a costa de acusaciones despotismo, y expulsó a todos los funcionarios que habían participado en los enfrentamientos anteriores entre pizarristas y almagristas.
En Lima fundó el Colegio de San Juan de la Penitencia para niñas mestizas y pobres y el Hospital de San Andrés de Lima. Fundó también otro colegio en Trujillo. Durante el virreinato de Andrés Hurtado se fundaron las ciudades de Cañete y de Cuenca (fundada por Gil Ramírez Dávalos en 1557, en el actual Ecuador).
Para apagar los focos de rebelión incas propuso a Sayri Tupac, hijo de Manco Capac, que abandonara Vilacamba, recibiendo a cambio el título de Adelantado por la Corona y Señor de Yucay, y una renta de 10.000 pesos. En 1560 Andrés Hurtado recibió la sumisión de Sayri, último Inca de Vilcabamba, quien fue bautizado en Cuzco.
Envió la famosa expedición de Pedro de Ursúa y Lope de Aguirre al Amazonas (1559), y se extendió hacia Chile donde fundó las ciudades de Cuenca (1558), Mendoza y Osorno (1559), instituyendo la Audiencia de Chuquisaca. Nombró a su hijo García Hurtado de Mendoza, de 22 años, gobernador de Chile.
La política social y militar llevada a cabo por Hurtado de Mendoza provocó fuertes críticas, especialmente entre los exiliados, quienes elevaron sus quejas al rey Felipe II. El rey consideró prudentemente que la rigidez política del virrey no era conveniente en una región que aún mantenía latente riesgos de guerras civiles, y decidió sustituir a don Andrés por don Diego López de Zúñiga, conde de Nieva.
El disgusto por su destitución junto al tratamiento que le diera el nuevo virrey llegado en 1560, provocó su muerte en Lima el 30 de marzo de 1561. Sus restos se trasladarían con los de su familia a la catedral de Cuenca en España.
Su primer contacto con el mundo americano fue en Panamá donde debió tomar medidas contra las partidas de esclavos negros rebeldes de la isla, fugados a la selva.
Nombrado virrey del Perú (1556-1561), llegó a Lima el 29 de junio de 1556. Allí impuso su mano dura, restaurando el orden y la disciplina a costa de acusaciones despotismo, y expulsó a todos los funcionarios que habían participado en los enfrentamientos anteriores entre pizarristas y almagristas.
En Lima fundó el Colegio de San Juan de la Penitencia para niñas mestizas y pobres y el Hospital de San Andrés de Lima. Fundó también otro colegio en Trujillo. Durante el virreinato de Andrés Hurtado se fundaron las ciudades de Cañete y de Cuenca (fundada por Gil Ramírez Dávalos en 1557, en el actual Ecuador).
Para apagar los focos de rebelión incas propuso a Sayri Tupac, hijo de Manco Capac, que abandonara Vilacamba, recibiendo a cambio el título de Adelantado por la Corona y Señor de Yucay, y una renta de 10.000 pesos. En 1560 Andrés Hurtado recibió la sumisión de Sayri, último Inca de Vilcabamba, quien fue bautizado en Cuzco.
Envió la famosa expedición de Pedro de Ursúa y Lope de Aguirre al Amazonas (1559), y se extendió hacia Chile donde fundó las ciudades de Cuenca (1558), Mendoza y Osorno (1559), instituyendo la Audiencia de Chuquisaca. Nombró a su hijo García Hurtado de Mendoza, de 22 años, gobernador de Chile.
La política social y militar llevada a cabo por Hurtado de Mendoza provocó fuertes críticas, especialmente entre los exiliados, quienes elevaron sus quejas al rey Felipe II. El rey consideró prudentemente que la rigidez política del virrey no era conveniente en una región que aún mantenía latente riesgos de guerras civiles, y decidió sustituir a don Andrés por don Diego López de Zúñiga, conde de Nieva.
El disgusto por su destitución junto al tratamiento que le diera el nuevo virrey llegado en 1560, provocó su muerte en Lima el 30 de marzo de 1561. Sus restos se trasladarían con los de su familia a la catedral de Cuenca en España.